Es cierto e indiscutible que las redes de Bitcoin y Ethereum utilizan muchísima energía, incluso más que algunos países pequeños.

En principio esto suena terrible. ¿Como va a ser que la red de Bitcoin consuma más energía que todo Grecia?

La respuesta es que es un argumento sesgado.

Se estima que la red de Bitcoin consume unos 120 TWh al año, según Cambridge Bitcoin Energy Consumption Index[1]. Y la red de Ethereum al rededor de 90 TWh al año[2].

Ahora compara esto con otros servicios que utilizamos todos, a veces a diario, y que a los haters no parece preocuparles en lo más mínimo.

¿Cuánta energía consume Bitcoin en comparación a otras industrias?

Medido solo por los costos de electricidad, Bitcoin es mucho más eficiente que la banca tradicional y la minería de oro a escala global.

Según ARK Invest, se estima que Bitcoin consume un 10% de la energía que requiere la Banca tradicional[3].

Y ni hablar de las emisiones de CO2:

Por otro lado, Bitcoin consume un 0.56% de la energía requiere la industria del Transporte. Que se estima consume más de 34.000 TWh al año según la International Energy Agency[4].

Y comparándola con la industria de la Construcción, se estima que Bitcoin require solamente un 0.19% de la energía que requiere esta industria, que se estima utiliza más de 40.000 TWh por año[6].

También se estima que el 38% de TODAS las emisiones de CO2 relacionadas con el gasto de energía vienen de la Construcción, según la Global Alliance for Buildings and Construction[7].

Todas las tecnologías y servicios a escala contaminan en mayor o menor medida.

Aquí puedes ver una gráfica comparando la consumisión de la red Bitcoin vs. otras industrias globales:

La pregunta que hay que hacerse es, ¿Qué obtienes a cambio?

¿Qué nos proporciona Bitcoin a cambio de la energía que utiliza?

La gran innovación de Bitcoin es que permite la transmisión de valor entre personas sin depender de intermediarios.

Antes de Bitcoin, todos los intentos por crear un sistema de intercambio de valor sin intermediarios sufrían del mismo problema: no había forma de saber que los fondos que alguien te prometía no estaban siendo usados al mismo tiempo en otras transacciones.

Era necesario tener un intermediario que se encargara de controlar esto.

Pero en 2008, Satoshi Nakamoto cambió todo, sugiriendo utilizar criptografía y un libro de contabilidad público para resolver el problema del doble gasto[9].

Sin embargo para garantizar que solo se agreguen transacciones válidas al libro, este sistema decentralizado necesitaba asegurarse que intentar cometer un fraude fuera muy muy costoso.

Bitcoin logra esto mediante un algoritmo de consenso de “prueba de trabajo”, mediante el cual los usuarios del sistema se ponen de acuerdo sobre qué transacciones son válidas de agregarse al libro de contabilidad.

“Prueba de trabajo” signfica que los usuarios utilizan poder de computación (y por lo tanto eletricidad) para validar la transacciones.

Dado a que se requiere consenso para que una transacción sea incluída en el libro de contabilidad, defraudar al sistema (intentar forzar transacciones falsas en desacuerdo de otros usuarios) requeriría GASTOS INCONMENSURABLES de poder computacional.

De esta manera Bitcoin hace que el fraude sea antieconómico.

Incluso si lograras realizar este fraude imposible, el resto de los usuarios lo notaría al instante y crearía una nueva copia del libro dejando fuera tus transacciones fraudulentas. Y habrías gastado toda esa energía para nada.

Esto convierte a Bitcoin en la manera más segura que ha existido en la historia para resguardar tu dinero.

La energía dedicada a Bitcoin se utiliza para proteger los ahorros y el resultado del trabajo de más de 100 millones de personas de todas partes del mundo. Y más que se van sumando cada día.

El consumo de energía de Bitcoin (y Ethereum) es una característica fundamental para salvaguardar la integridad de la red, de manera independiente, global y automatizada[10].

Sin que ningún banco central, ningún gobierno, ni ninguna corporación, venga a meter la mano en la lata.